
Ella yace inerte sobre un tálamo de pétalos de rosas rojas ajenas, con la mirada perdida llena de nada, o puede que sea así como se mira la calma. Tal pareciera un ángel que dormita, plácido, bajo el reverso de sus alas.
Justo antes de que todo aconteciera, pronunció tres veces el nombre de la bestia.
La primera cuando esta, sigilosa, como hacía una noche sí y la otra también, entró en la habitación y se tendió sobre ella. Entonces logro articular, con un casi imperceptible hilito de voz, un asustadizo «por favor otra vez no».
La segunda, con los ojos cerrados y las piernas abiertas, para sollozar un trémulo «para» mientras podía sentir el aliento del lobo en su oído con cada embestida: una, dos, tres… mientras violentaba no solo su cuerpo, sino también su alma, esta última la más magullada.
Y la tercera cuando, armándose de valor, le dijo que aquella sería la última vez mientras atravesaba el corazón de la bestia con la aguja de plata labrada con la que sujetaba su cabello.
Mayo 2020
Un ángel debería borrar las bestias del planeta antes de que sientan hambre de carne inocente. Un besazo.
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Esta bestia solo te causo dolor, un dolor que marcó tu vida y que hicieron que en tus ojos se marchite tu mirada, y torrentes de lágrimas rodaran. Y yo te canto con un fragmento de un poema de mi nuevo libro en preparación:
Tus lágrimas
resaltan el brillo
la hermosura de tus ojos
son manifestaciones del alma
al mostrar sus emociones.
Si son de tristeza
enjuágalas
tíralas al viento
y como la breve brisa
que al rocío seca
tus penas
el viento llevará muy lejos.
Tony Mola
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¡Qué excelente relato! Felicitaciones
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Corto y acongojante.
Te ha quedado genial el relato (lástima que las más de las veces las víctimas no pueden dar fin a las bestias).
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Muy bueno, Mabm!!!
Fuerte abrazo.
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¡Me gusta <3! Muy bueno.
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