El conflicto armado duraba ya demasiado. Desde el vientre de su madre podía sentir su miedo y los estallidos de las bombas que no cesaban de caer. Quizás por eso había nacido sorda de un oído. Desde la cuna mamó el horror en los ojos de quien la amamantaba y la nana con la que se dormía cada noche era el motor de los cazas planeando sobre los tejados. Su madre le había contado que nació en un refugio antiaéreo una noche de Reyes y que un cuadro colgado sobre su cabeza casi le parte la crisma al aflojarse el clavo que lo sostenía, seguramente por las vibraciones causadas por los bombardeos que, durante horas,amenizaron su alumbramiento.
Nunca conoció a su padre. Según su madre, este murió meses antes de nacer ella por una bala perdida en un fuego cruzado que le sorprendió cuando se disponía a atender una emergencia sanitaria. Ni siquiera sabía cómo era su cara ni si se parecía a él, pues en uno de los ataques su casa, con todo lo que había dentro, incluso viejos fantasmas, quedó reducido a escombros.
Mamá sube todos los días al cerro donde dice que está enterrado papá a llevarle flores y a la vuelta, siempre me trae algo rico que comer. Yo nunca quiero acompañarla, no me sale, no puedo sentir, por mucho que me esfuerzo, nada por aquel hombre; ¿cómo se puede querer a alguien a quien no has conocido? En cambio a mamá la adoro y crecí con el miedo a que esta maldita guerra me la arrebatase como hico con papá.
Era un día de una incipiente primavera y Adela salió corriendo de sus clases de costura para reunirse con sus amigas en el prado de las flores de colores para confeccionar diademas con las que iban a decorar su cabello en la celebración su diecisiete cumpleaños. El día les acompañaba y llevaban ya varias semanas sin bombardeos, si bien las incursiones en puntos estratégicos estaban a la orden del día. Sus padres le habían advertido que fuera con cuidado, pues las huestes enemigas estaban cerca y podía toparse con algún soldado enemigo en cualquier momento. Pero haciendo gala de esa temeridad propia de la edad desoyó sus consejos. Y poco antes de llegar, se topó con aquel malnacido que la tomó a la fuerza como botín de guerra.
Mamá es muy buena conmigo y se parece mucho a mí, bueno, yo me parezco mucho a ella. Cuando me siento en un banco del parque roto de al lado de casa a merendar pan con chocolate todas las vecinas me preguntan si soy la hija de Adela y me dicen que somos como dos gotas de agua. Mamá también me ha dicho que no hable con desconocidos y que si alguien me pregunta quien me ha dado ese pan con chocolate que le responda que una ratita.
Mayo 2021
Excelente. Gracias! Mi esposa murió hace 10 días y mu hijo mayor hace 23 días! Tus poemas me llegan al alma.
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Ohh lo siento mucho!! Te acompaño con el sentimiento.
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Una historia con horror y simpatía, bien contada. Gracias por compartir!
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Gracias a ti por leerme :))
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Me haces pensar en esta canción de Celentano. No cuenta la misma historia, pero habla él tambien de guerra, de odio y de sobrevivencia.
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Es preciosa!! Y triste!!
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Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
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¿Quién es usted, y qué ha hecho con la autora d’este blog?
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:))
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Un placer y honor
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Impresionante este relato Mabm. Un abrazo.
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Muchas gracias Carlos. Otro para ti :))
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Estoy en shock con este relato. Súper triste pero real en esos países que solo viven para estar en guerra y morir con gloria que es su recompensa.
Una excelente interpretación de los reportajes de noticias vistas por TV.
Sentí en la narración el sufrimiento de esa niña que se hizo muchacha bajo el ruido de las bombas y que fue abusada por uno de esos soldados malparidos… Sentí el olor del chocolate…
Bella narración.
Tony Mola
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Muchas gracias Tony.
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