Pesadilla (III) ©by mabm


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Hacía ya algunas semanas que mamá habia muerto. A mis ocho años no era nada fácil entenderlo y papá hacía lo que podía. Cada mañana, como hacía mamá, papá me hacía la trenza de Elsay cada noche me leía mi cuento favorito. A medio día supongo que comía en su trabajo cualquier cosa que improvisaba deprisa y corriendo antes de despertarme, yo lo hacía en el cole, pero por la noche se ponía en modo cocinillas.

El piso donde vivíamos se nos había quedado enorme y, según mis abuelos, estaba mal parido. Nada más entrar, de frente, había una habitación decorada como una biblioteca y, a mano derecha, un gigantesco comedor desde donde se accedía a la habitación donde dormían mamá y papá. Luego conectaba con un interminable, y para cualquier niño, terrorífico pasillo desde el que se abría un baño, dos dormitorios más (uno era el mío) y, al fondo del todo, la cocina, casi puerta con puerta con la habitación de las dos camitas donde a veces mamá se echaba un rato a descansar después de comer. Los suelos de toda la casa estaban cubiertos por una cálida moqueta y las paredes de un pintoreco papel, salvo el baño y la cocina.

Un viernes por la noche papá estaba haciendo dos tortillas francesas para cenar (aunque había más huevo fuera de la sartén que dentro) mientras yo estaba escribiendo en mi diario sentada sobre mi cama. En cuanto estuvieron listas me llamó a cenar y yo salí escopetada, por ese pasillo que tanto pavor me daba, para acudir a su llamada. Pero cuando pasé por la habitación de las dos camitas, la puerta de madera oscura estaba entreabierta y una enorme planta, más alta que yo, franqueaba el paso; ¿qué hacía eso ahí? Me detuve en el umbral, curiosa, y entre las hojas verdes pude ver un bulto, cubierto por la colcha de lana de colores que mi abuela le había tejido a mi madre, sobre la cama más cercana a la ventana.

—¡Papá!, mami está acostada en una de las dos camitas —le dije sin moverme de la puerta.

—Cariño, ya sabes que mami está en el cielo —me respondió solícito papá desde la cocina.

Fue entonces cuando el bulto comenzó a moverse y a descubrirse mientras la colcha, lentamente, se deslizaba hacia abajo, desvelando un saco de piel y huesos que alguna vez fue un cuerpo humano mirado hacia la pared. Yo estaba aterrada. De repente, su cabeza se volteó al completo clavándome su mirada de cuencas vacías para luego, con unos movimientos antinaturales que no parecian humanos y acompañados de ensordecedores crujidos, levantarse y encaminar sus errantes pasos hacia mí. Ante aquella horrorosa escena empecé a gritar tan y tan fuerte que mis propios gritos me despertaron.

Me incorporé sudando en mi cama completamente muerta de miedo, buscando desesperadamente el interruptor de la luz; el corazón me iba a mil. Cuando fui consciente de que todo aquello fue solo un mal sueño me tranquilecé y volví a dormirme, si bien lo que quedaba de noche dejé la lamparita de mi mesita de noche encedida.

Abril 2022

9 respuestas a “Pesadilla (III) ©by mabm

    1. Bueno lo soñé yo pero lo he puesto en boca de una niña de ocho, pq en el sueño yo tenía esa edad y además en esa época vivíamos en ese piso. Los tres vivitos y coleando.

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  1. Bueno, eso ocurre después de una pandemia y un encierro. La muerte acecha y el miedo cala el cerebro y los huesos. Uno ve L esqueleto on la guadaña en cualquier oscuridad y en cada sueño.
    La compañía eléctrica se regocija de los miedos, pues esto tiende a que las p de zonas pesadillas dejen encendida su lámpara, lo que ocasiona consumo.
    Por eso vacunarse es lo mejor…
    Ja Ja Ja

    Tony Mola

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