Anoche, la primera de muchas en las que la luz de la luna auguraba vientos de cambio, te soñé de nuevo y de nuevo, como el aire, te escapaste entre mis dedos al salir el sol.
—No te vayas —le suplicó ella con un hilo de voz—, quédate —. Y la voz se le quebró y sus palabras se convirtieron en sollozos y estos le trajeron de vuelta a Insomnia.
Me juré que no volvería a ocurrir, que no permitiría que nada ni nadie nos separara otra vez.
—No me rendiré, buscaré la manera de que podamos permanecer juntos —le prometió ella vehemente mientras él se desvanecía con un nuevo amanecer. Pero la decisión ya había sido tomada, de alguna manera echaría raíces en Oniria y se quedaría para siempre a su lado.
Conspiré con la oscuridad, levemente iluminada por cientos de ojos expectantes ávidos de una revuelta para derrocar al maldito rey de este volátil reino onírico y convertirme en dueña y señora en mis sueños. Pero Morfeo sofocó raudo todo intento de alzamiento cuando me recordó que le juré que no dejaría que nos volvieran a separar.
Enero 2017